Amigos, los saludos y buenos deseos desde el Altiplano Potosino, como cada semana, seguimos compartiendo con ustedes la “HISTORIA DE LA MUSICA POPULAR MEXICANA”, en esta publicación hablaremos sobre “EL ESTILO OPTIMISTA”, espero les sea de utilidad, en mi intervención en una de las charreadas en la Feria Nacional de San Marcos 2015 de Aguascalientes, hice una sencilla exposición sobre esta riqueza nuestra y la verdad, causó una muy buena impresión, he recibido comentarios y correos de naciones como Panamá, Colombia y Venezuela -porque en esa charreada había gente de esas naciones-, solicitándome siga dando a conocer nuestra música regional, así es que gracias a esas personas por su interés y con todo gusto, seguiremos publicando este interesante tema, algunos de ellos han estado leyendo las colaboraciones anteriores y de ahí los comentarios y sobre todo las felicitaciones.
Alejados del tono amargo, llorón o reivindicativo de la ranchera clásica, existe un grupo de compositores marginados del “dolor a fuerza” cuyas canciones, alegres, vitales e inclusive cómicas al estilo de “rancho alegre” encontraron una amplia acogida en un público cansado de tanto sufrimiento irremediable. Severiano Briseño con “Los Tarzanes”, “Los Camperos” y “El Sinaloense” puede considerarse como un buen representante, así como Salvador “Chava” Flores, quien sigue fiel a la tradición antipatética.
INTERPRETES.
El género ranchero continuó ligado a las inclinaciones y estilos de interpretación de sus cantantes. Algunos de ellos como “Los Calaveras”, Juan y Amalia Mendoza, contribuyeron a crear los nuevos modelos de ejecución que privarían dentro del género.
Del trío “Los Tariácuri”, especializado en temas bravíos pronto se desprendió Juan Mendoza, cuya fama como ultraexpresivo intérprete abrió el camino a su canción “Creí”. Pronto su hermana Amalia irrumpió en el tablado con tormentosos gestos y actitudes que dejaron chicos los antiguos desplantes de Lucha Reyes.
A partir de su aparición, ya no será suficiente enunciar la letra de cada canción. Ahora será necesario hacerla explícita, actuarla, proporcionar al audiovidente los signos exteriores del sufrimiento o el despecho. Sutiles variantes pusieron coexistir dentro de los estilos de hipertrofia. El estilo arrollador de Lola Beltrán ya no estaría fundado en el grito, sino en el dolor enronquecido que sale del pecho. No obstante, estilos originales y de calidad como el de la Beltrán contribuyeron en su momento de aparición a popularizar incontables canciones rancheras.
Las nuevas exigencias del estilo presentaron no pocas dificultades a las canciones, amén de algunas voces arruinadas definitivamente. El nuevo cantante necesitaba “nervio, garra, temperamento, arrojo, buena extensión de voz y un severo control de ella” para lograr los bruscos cambios de matiz que el estilo exigía. Pero en la mayoría de los casos se llegó simplemente a la exaltación de la voz bravucona, bronca, de emisión seca y cortante con clara inspiración de tequila, mezcal o comiteco. Las exageraciones de los intérpretes y su hipertrofia expresiva conducirían más adelante a la canción ranchera hacia el desgaste total y la repetición calcada de modelos de composición o de interpretación. A principio de los años sesenta la canción ranchera daba ya señales de agotamiento. Géneros híbridos como el bolero ranchero habían hecho su aparición y, de hecho, la creación de canciones rancheras se bifurcó, ya que muchísimos compositores prefirieron usar el nuevo molde que resultaba mucho más redituable.
Estimados lectores, en la siguiente publicación, hablaremos sobre “EL BOLERO RANCHERO”, un género que tuvo grandes intérpretes y compositores, estén al pendiente, por lo pronto, mis deseos que el Supremo Caporal los llene de bendiciones.
TEXTO:PROFR. JOSE DEL CARMEN MORALES LEIJA. “EL NEGRO SANTO”. MATEHUALA, S.L.P.
FOTOGRAFIAS: DISTINTAS FUENTES.