MATEHUALA | José del Carmen Morales Leija
Amigos, buenas tardes, las noticias charras son muy escasas por estos territorios y como ahorita no he salido a ningún torneo o campeonato a los que regularmente me invitan, de alguna manera tenemos que sacar los compromisos contraídos con las diferentes páginas en las que colaboramos, así es que seguimos hablando sobre los caballos, en esta ocasión sobre “Los ponis de Dartmoor” y “Los ponis de New Forest”, con todo gusto para ustedes:
«Los ponis de Dartmoor comparten muchas de las características de las razas de los páramos: son robustos, pequeños y de paso firme. Su historia no es tan larga y, hasta el siglo XIX, la línea genética recibió influencias regulares de sangre externa.
El poni de Dartmoor es algo más alto que el de Exmoor y no comparte su coloración harinosa. El negro, el castaño y el bayo son las capas más habituales. Destacan las bonitas formas de la cabeza y las extremidades, con un refinamiento que los ha hecho muy populares como ponis de exhibición para niños.
En el páramo crece sanos y fuertes durante el verano, hasta que los recogen en otoño. Sus respectivos propietarios los clasifican en rediles temporales y los identifican mediante una marca o un corte especial de la cola para prepararlos para la subasta.
Estos ponis han experimentado cambios con el tiempo y también son considerados como una raza vulnerable. El pastoreo de conservación es una de las innovaciones introducidas por el Dartmoor Pony Heritage Trust para contribuir a su supervivencia: propone el uso de ponis como una forma ecológica de gestión del suelo, pues son animales de puestos selectivos que ayudan a mantener la biodiversidad.
Sus hábitos de pastoreo ayudan a conservar la vegetación abierta, fundamental para la supervivencia de muchas especies poco frecuentes de flora de los páramos. Asimismo, limitan la proliferación de helechos al pisar las frondas jóvenes en primavera y las plantas muertas en invierno, lo que permite que otra flora más delicada pueda crecer y prosperar.
Estos hábitos de pastoreo también pueden resultar beneficiosos en otros parajes, por lo que el poni de Dartmoor podría ser útil lejos de su hábitat original, algo que debería ayudar a asegurar el futuro de la raza.
En el extremo sur de Inglaterra, en el condado de Hampshire, está New Forest, uno de los pocos lugares del Reino Unido do nde es posible ver caballos en total libertad a poca distancia. Todos los ponis que viven aquí pertenecen a residentes locales con derechos de pastoreo en el bosque y los campos circundantes, considerados “New Forest Commoners”.
Para registrarlo como poni de New Forest, el animal deber haber nacido y debe criarse en el bosque. Existen de diversos colores lisos, sobre todo bayos y de otros tonos castaños. Son pequeños y resistentes y, al igual que el poni de Exmoor, que no vive muy lejos, su historia se remonta en el tiempo más allá de lo que pueden revelar los documentos escritos.
En New Forest podemos ver ponis de todas las edades interactuando de forma relajada. Si bien es cierto que no son del todo salvajes, tampoco están encerrados en campos ni sujetos a un manejo diario como la mayoría de los caballos domésticos.
No obstante, pese a vivir en libertad como los ponis de Exmoor y Darmoor, los de New Forest son famosos por su actitud tranquila ante las personas. Es habitual verlos verlos paseando cerca de los pueblos o pidiendo comida a los turistas. Pero aunque se muestren de lo más cordiales, hay que tratarlos con precaución y nunca hay que darles comida. Eso sí, su relativa confianza con los humanos nos permite observarlos de cerca con seguridad.
Todo amante de los caballos sueña con la imagen idílica de caballos salvajes al galope, asociada a un pasado romántico y al espíritu de libertad. Sin embargo, es algo difícil.
Los caballos considerados “salvajes” hoy día, los que no tienen propietarios legales, a menudo se encuentran amenazados o se les considera una molestia.
Pero los caballos que viven en grandes manadas y sobreviven al paso de las estaciones desarrollan fortaleza y resiliencia. Todas las razas descritas en estas publicaciones viven en entornos duros, cálidos o fríos, áridos o húmedos. Todas ellas se caracterizan por su fuerza física y un espíritu luchador. Se alimentan de pastos escasos y superan rigurosos inviernos.
Esta vida difícil perfila algunas cualidades instintivas que se pueden atenuar cuando se aísla un caballo o se le limita el acceso a los pastos. Los caballos salvajes entienden el funcionamiento de la manada y, de forma instintiva, confían en un líder seguro, están alerta ante el peligro y procuran conservar energía. Por ello, resultan muy atractivos como caballos de trabajo, muy apreciados por su firmeza e inteligencia.
La mayoría de los caballos salvajes o asilvestrados del mundo sobreviven en parte porque viven en lugares aislados, ya sea en las Grandes Llanuras de Norteamérica, en las estepas remotas de Mongolia o en los páramos pantanosos de Gran Bretaña. El contacto con el ser humano puede generarles serios problemas, aunque a veces los humanos también ofrecen salvavidas.
Muchas personas velan porque los caballos salvajes puedan seguir disfrutando de una vida en manada en libertad. Los caballos salvajes, antaño numerosos, hoy resultan mucho más difíciles de ver, pero es importante que sepamos que aún están ahí, y que en sus pasos resuenan los cascos de sus antepasados, en un muindo moderno donde la auténtica naturaleza sufre una destrucción constante.
Por su ascendencia salvaje, los caballos domésticos también son más felices en manada. Así, cuando veamos caballos pastando en un campo, relajados y manchados de barro, podemos estar seguros de que es lo más cerca que pueden estar de su hábitat natural.
Al interactuar con ellos, debemos tener presente el concepto de manada y la sensación de seguridad que les aporta un liderazgo seguro y tranquilo, para que tanto el adiestramiento como la monta sean más placenteros tanto para el caballo como para el jinete…»
Hasta la próxima estimados lectores, como siempre, mis deseos que el Supremo Caporal los llene de bendiciones.