MATEHUALA | José del Carmen Morales Leija
Amigos, buenos días, saludos y mejores deseos como siempre desde las frescas tierras del Altiplano Potosino, un clima frío es el que ha imperado en estos días, seguimos con nuestras sencillas colaboraciones, ahora hablaremos el Poni de Exmoor, con todo gusto para ustedes:
… En Gran Bretaña, los vastos páramos y las montañas de Gales, Escocia y el sur de Inglaterra se asocian con razas autóctonas, algunas de las cuales aún hoy viven en manadas semisalvajes.
Los ponis de Exmoor habitan los páramos del sudoeste de Inglaterra desde hace cientos –tal vez miles- de años, a menudo se les describe como la raza europea más antigua: Ya se les menciona en el Domesday Book del siglo XI, pero hasta 1818 no hay registros ni se ponen en marcha programas de cría. Muchas de las manadas actuales todavía pertenecen a las primeras familias que participaron en la iniciativa de mantener la raza y llevar un registro.
El paisaje ha influido notablemente en la tradición de la “vida en libertad” del poni de Exmoor. El páramo es un campo abierto azotado salpicado por el viento y salpicado de brezo que a finales de verano ofrece una explosión de flores moradas. La acción de la lluvia y los fuertes vientos han ido marcando senderos irregulares en el suelo turboso.
Los animales que habitan el páramo deben ser capaces de recorrer largas distancias para sobrevivir a base de unos pastos nutricionalmente escasos y para refugiarse del mal tiempo.
El poni de Exmoor convive con el ciervo común, algunas mariposas, polillas y aves como la curruca rabilarga y el lagópodo escocés.
Los ponis reflejan los colores del páramo invernal: suelen clasificarse como bayos, pero van del castaño rojizo al castaño oscuro, pasando por el pardo claro, siempre con un característico color harinoso en el vientre, en el hocico y alrededor de los ojos, de párpados caídos. Sus crines y colas, negras y espesas, los ayudan a protegerse del riguroso clima de los páramos, al igual que un pelaje de invierno de doble capa.
El poni de Exmoor es pequeño y robusto, de tan solo 122 cm de alzada, pero con una cabeza elegante y unas extremidades bonitas y fuertes. Una característica excepcional de la raza es que se ha desarrollado de manera natural, moldeada por el entorno. A causa del aislamiento no ha recibido influencias importantes de razas foráneas, a diferencia de otras que se han desarrollado gracias a cuidadosos programas de cría.
Tampoco es común su mandíbula, con vestigios de un séptimo molar que no se encuentran en ninguna otra raza moderna.
Las manadas corren en libertad por el páramo la mayor parte del año, pero los propietarios capturan sus ponis en otoño para realizar revisiones médicas, marcarlos, colocarles un microchip. Los dueños se quedan con los ejemplares que haya que destetar, así como con los que quieran vender o adiestrar; los demás son liberados.
El páramo ha dado forma a estos ponis, pero también ellos han contribuido a moldear el lugar, pues su pastoreo mantiene la maleza baja, lo que permite que prosperen otras plantas y flores delicadas. Son parte del carácter esencial de Exmoor y el linaje semisalvaje de base es vital para mantener la raza, declarada especie en peligro de extinción por el Rare Breeds Survival Trust.
Los ponis de Exmoor son ideales para los niños, gracias a su inteligencia innata, un paso firme y un ingenio potenciado por la rigurosidad del entorno, por lo que existe demanda de esta raza en el mundo del caballo doméstico. Pero para preservar ese espíritu, siempre debe cuidarse el linaje de base, para que puedan seguir moviéndose con facilidad entre las aulagas y para que esas formas imprecisas con crines como matas de hierba sigan paseando por los senderos del páramo entre la niebla…
Amigos, por hoy es todo, en nuestra próxima publicación hablaremos sobre el “Poni de Dartmoor” y el “Poni de New Forest”.
Hasta entonces mis amables lectores, como siempre, mis deseos que el Supremo Caporal los llene de bendiciones.