La inscripción de la Charrería en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO ha sido tomado con júbilo por parte de toda la familia charra, y con sorpresa por parte del resto de la población mexicana.
Este logro, sin duda alguna el de mayor trascendencia en la historia del deporte hípico nacional, ha sido el resultado de un esfuerzo y gestión de varios años por parte de miembros de la Asociación Nacional de Charros, en conjunto con integrantes de la Federación Mexicana de Charrería y de la Peña Charra «Juan Manuel Alférez» (JMA).
En conjunto han tenido participación también instancias gubernamentales como la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, por las cuales se celebraron las gestiones pertinentes para que la Misión de México ante UNESCO inscribiera a la Charrería en marzo de 2013 en París.
El que las más altas esferas de nuestro país gestionaran que el único deporte nacional fuera candidato a ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, logro conseguido este jueves, da muestra del respaldo con que cuenta la Charrería y el nivel del compromiso que el gobierno mexicano tiene para preservar y fomentar el disfrute y práctica de esta hermosa tradición.
Blindaje mundial
De esta manera se acaban todo tipo de discusiones acerca de la situación de la Charrería como un posible «maltrato animal»: la UNESCO, la misma que ha mostrado sus reservas a que la Tauromaquia sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial, ha dado su beneplácito para que la Charrería sí lo sea, con el voto unánime de las veinticuatro delegaciones nacionales presentes en Addis Abeba. Más claro, imposible.
Sin mayor duda queda reconocer ampliamente el esfuerzo de aquellas personas que se encuentran detrás de este hito.
Como lo indicó el propio doctor Miguel Ángel Pascual, presidente de la Federación, fue el licenciado Gabriel Cabello, junto con Manuel y Javier Basurto García Rojas, quien promovió la iniciativa hace siete años. Sus posteriores gestiones, con diverso nivel de apoyo, han rendido sus máximos frutos.
Gabriel Cabello, quien se encuentra en estos momentos en Etiopía con la delegación mexicana en la sesión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, junto con sus colaboradores deben recibir las máximas condecoraciones que entrega la Charrería, porque lograr que el deporte ingrese a la selecta lista de Patrimonio de la Humanidad significa ponerlo en el más alto pedestal a los ojos del mundo entero.
Honor a quien honor merece, los beneficiados en el último término son todos los charros mexicanos, que asisten a un momento histórico para la Charrería, la cual se encuentra, ahora ya, protegida en el mundo entero.
Reacciones
Por su parte, Miguel Ángel Pascual congratuló a toda la familia charra por este logro que protege y mantiene vigente una tradición que ha permanecido intacta, gracias a la labor, el trabajo y el amor por México de generaciones de hombres y mujeres de a caballo.
Éstos, con su práctica, difusión, ejemplo, herencia y esfuerzo por defender lo nuestro, han permitido que ahora la Charrería sea una parte cultural primordial de toda la humanidad.
En conversación telefónica, el licenciado Manuel Basurto García Rojas declaró que el logró de la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad es gracias al esfuerzo de toda la Charrería en su conjunto.
Etiopía
El que este éxito del deporte nacional haya tenido lugar en Etiopía tiene además una gran carga simbólica: en 1935, el emperador Haile Selassie I de esta nación africana solicitó formalmente al Gobierno de México el poder adoptar la Marcha “Zacatecas” como Himno Nacional de Etiopía.
Sin embargo, pesar del honor que significaría que una obra mexicana fuera adoptada para representar a otro país soberano, y sobre todo debido a la popularidad de la marcha militar, que fue el himno no oficial de los grupos rebeldes durante la Revolución Mexicana, la administración encabezada por el General Lázaro Cárdenas del Río respondió con la negativa a la solicitud etíope.
Que nunca muera la raza de los hombres de a caballo
La Charrería vivirá mil años. No queda ninguna duda de ello. Mientras siga se siga transmitiendo de padres a hijos, de generación en generación, nuestra tradición hípica no solamente continuará como una maravillosa muestra de la cultura mexicana, sino que aumentará su importancia ante la sociedad y como símbolo primordial de México ante el mundo.